Teófilo Tortolero

El día perdurable

 

Carl Vilhelm Holsoe: Mujer leyendo en una habitación soleada

 


De El día perdurable



Todo suena a lástima, a piedad y al fondo estar en el olvido
Parece que las almas retornaran de un viaje que nunca hicieron
Todo se escurre, todo se va, alma, y las flores que tejiste
en días y días de prisas, besos y pausas,
angustiosas pausas, pero melodiosas,
se destiñen en el aire frío.

Presiento que estas manos ya no tienen las tuyas
deseosas de huir del tacto de mi sombra.

Me recibe el rumor de mis ojos solos
en su golfo asombrado de ser nada,
a pesar del calor de un pecho clamoroso,
pasto de llamas de fieros y ardorosos venenos.

Guardo mi día y la pureza de un pensamiento
en el alcohol que tus ojos preservan
como un ocaso lleno de hojas y sacrificios.

Madre del amor
me siento solo.

LA VENTANA

La ventana nos ciega
Se cierra convulsa en el martirio de la lluvia
Sus cortinas bostezan bajo el fuego del cuarto
Hay madres de ángeles
tapices
o simples furias y olores de remedios.

Pienso que una golondrina eternal
Aspiró la luz martillada.

Antes de esconderse frente a ti.
Ventana roída de música.

OTRA VEZ SIEMPRE JAGUAR

Caminé por el aire de un jaguar
y sus patas temblaban en las viejas maderas
de la casa honda
Besé sus ojos, tan lastimado estaba su latido
que arrastraban los míos al gemido.

Oh jaguar perfumado, podré ver otra vez
los destellos de tu celeste palma,
la quimera de la estrella bienamada en el rigor
de tu lluvia estampada?

Crece animal querido en la sala sedienta
de mi casa,
que yo te amaré, besando tu pelambre
hasta que se haga noche,
todo de noche.

El ocre de un airecillo suave trae a esta tarde
la fragancia de un pasto que fuera
resucitado en su breve muerte.

Aquí tomé el recodo
aquí sorbí el azul con sus mixturas
llenas de saltamontes.
Por estos senderos bebí las sombras de las sombras.

Aquí quedo temblando con mis labios,
besando tu veste
recordada y pura veste
que dora tus brazos al amanecer.

Sólo estrellas recuerda mi vista
y se tensa igual que el cordaje
de una guitarra campesina.

Ya entró en mi paraíso
el pecho de la rosada alondra

Vela por mí la pequeña y frágil doliente

Vela por nosotros desde su lecho
de aire respirable
y fatigado

Ave purísima
canción de este día
amable, parada a un lado de los días,
vuelve siempre soleada a encantarnos.

Joya de plumas, temblorosa en mis labios,
a quien nombro absorto,
pensativo en la nodriza que no tienes.

Aquella lámpara en la puerta goteaba su llama
la lluvia ardía entre los brocados
arraigando claros mechones
sólo nosotros fuimos lanzados a los fuegos tristes
por la mano vendada en lino blanco

Nos acercábamos al fin del verano
que por antojo de los dioses
trajo copiosos pájaros de gritos lacerantes

Era el fin de la miseria clamorosa
pues el ángel de yeso humedecía sus pliegues
en lagos de luciérnagas

Otra vez el armario fue mojado de tibia penumbra
cuando nuestros corazones destilaron su errancia
y la caja de música echó a andar.

Discurre la vida
en la tarde y las flores
frente a mi memoria

Son tantos días de penas alambradas
que hizo el viento

Respiro el alma de este día
que se hace noche
y siempre guardo la almohada
y la esperanza de un cielo que no acaba
de desplomar sus soles

Acaba esta mentira Dios mío.

A MI VISTA DABAS 

A Vanessa A.

Día de Piedra blanca
me sorprendió
lavando mis ojos frente a un cielo
que desfallecía en su evanescencia

Tú naciste entonces
dientes en su hilera sagrada
dientes de purísmo y exacto misterio
estremecidos por esencias de luna

Día de piedra blanca
cuando las aguas de tus ojos anisados
que llevan hojas encendidas
se arrojaron mansas y luminosas
a ésta mi sangre

Día de piedra blanca
Oh tú
la transparencia
y el ensueño.

Nunca tuve tu amor
nunca lo tuve
y así naciendo fuimos a la Nada

Por despeñados ojos y cascadas
cada uno cayó desde su altura

Se fueron estos ojos al silencio
de una carne preciosa
amaneciente
sin perder por un rato sus despojos
del aire que nos vio desvanecientes

Hoy me quiero mirar y ya te miro
ojos pestañas
temblor de la cortina.

Por noviembre pasaron aguas rotas
Allí su alma era el baldío de piedra irisada
Donde el mar cortaba un arroyuelo
Perdura aquella tonada y duele.

AMOR DE LA TIERRA

Amor de la tierra
qué dulce es tu fogata
cómo calienta tu ropaje
la piel de este corazón
de tarde en tarde.

MARZO

A Vicente Gerbasi

El aire desfallece
aquí
en marzo

Humos señeros grietas
espinas chamuscadas bajo rojo
arrebatan mi ser
hasta el aire y los tumbos de un viejo delirio

Desfallecer es el único tesoro de este día
y apenas puedo
marzo
nombrarte y agonizar también
a la vera de un seco camino.

Este verano 
ominoso
seco y de lágrimas
es tuyo.

No has de hacer nada
para huir de su rada
pues te amamanta
paciente que crea el sol
a cada parpadeo de sus ojos.

Nada harás
en su fiesta de sangre
pobre tropero sucio del mirar
y frotar sueños.

A LA SEPULTA

Una pulpería de camino es bellamente asombrosa
para recordar tu soledad madre mía
allá en tus huesos que se pulverizan
después que se desplomaron tantos soles
tantos inviernos
y lunas misericordiosas
sobre ti
junto a otros muertos que como tú
recordarán estos caminos fugitivos de abril

Y al calor de un cortante azul
respiro en la humareda
brotada de las hojas incendiadas
tu transparente mirada angustiosa

Serás siempre
boca arriba en tu tierra rojiza
madre de este silencio que va conmigo
el que no termina de querellarse
con el vasto silencio
adonde te arrastró
el más hondo y pasmoso de los sueños.


De Otros poemas



FELONÍA

Tal vez convenga regresar al muro
donde el grillo ha gritado.
Es posible que allí esté todo el tesoro de la felonía
aguardando nuestra pala angustiosa
para que lo libre de morir entre ladrillos
y lagartos

Felonía
palabra de qué bella infamia
alguien irá a separarte de la reseca tierra del lindero
uno que conoce por ensimismamiento
las adormideras y caminos de hormigas.

No te huele a resina
a monte nuevo
recién cortado por el hacha del cielo?

No te huele a nada de tu sombra
del hueso tuyo
que espera por tí
acampando en un dolor?

Extraño y raro licor de tus ojos
como una leche que brotara
ansiosa y tibia
de un rincón donde el café
guarda la noche
de la mirada de un rayo
abatido por su propio perfume.

I

Ha venido el desaforado olor del cielo
por nosotros
y la cigarra aturde y escarba
al lado de una puerta
que todavía se abre al temblor.


II

Bajo los puentes me diste el aire seco
y tormentoso
soplaste tempranamente el pecho
que ahora se humedece por toda la tierra.

Va para sus montes
va para sus vacas
va para su trote
va para sus nubes
va para sus asombrosos
ojos negros
y está amaneciendo
en el tejido de aquel rebozo
desteñido.

ALCANFORARIO

A Juan Sánchez Peláez

Repite la palabra alcanforario
que no existe y es sin embargo tan querida
a la hora de domar tu cabeza que va en los sueños
por la potestad de una nota dulce y a la vez aterradora
cuando en una jaula antigua llena de lágrimas
y paisajes feroces
desmontan tu inocencia
lastimándote siempre más adentro
hasta despertar en la tierra ajena
donde vienes a confundirte
oh pobre majestad rey llorado.

Cada caída anuncia la próxima
Así Nada me vas besando
en heridas estrellas ladrillos del sueño

Copio tu vestido
en mi sangre doliente
y me llevas de la mano
tan amorosamente
que miro al cielo
y eres tú
la misma Nada
siempre irremediable
igual espejo
donde la hojilla
saca mi barba.

A medio morir flacos sueños buscan en la ropa sucia
Los fantasmas caseros.
Mi nuca arde
La manada del viento me arrastra a tus tapices.

Su sangre está tan viva que cruza
mis patios
Sangrando ella misma escarbando su caída
Todas sus gotas lascivas hambrientas
Humedecen el pensamiento de mi lecho.

Te imagino con los ojos que
bebían de las hojas
De pie en la playa infinita
Ágata o Lou Eternelle era tu nombre
Pesadumbre.


A Silva Estrada

En esta puerta hay aire
entre sus goznes
sólo aire

Y aguarda el grillo en sus maderas toscas
frotando sobre el mismo barniz
que da gracia a su trino
a su inclemente dios
allegándole apenas
su acostumbrada pesadumbre.


A Livia T.

Quién sabe de los cielos

Las avecillas

El plomo en sus alas

Cuán dios va a sus ojos
martirizados.

Cuando probé tus ojos anisados
todas las violetas del cielo
cayeron
todas las gotas ardieron en las hojas
y en el rayo de tu blanco nacimiento
donde las lunas derraman
su sedosa luz
una lágrima vino a echarse
en mi sangre
y a estar con ella de puro amor
de un asombroso amor.

TILO

A Roger Capella M.

Se ha cerrado el tilo donde reconocía tu voz
pero
aire que clama por su vida
la chimenea se ha dorado al sol
y las tejas llevan el musgo vaginal
cagado por pájaros y voces borrachas

Yo sólo rey de gatos que bajan a mi mesa
doy recuerdo metido en la ración preciosa
de carne o pellejo cuando el aire enfría

Yo sólo tú tuvimos la manía de besarnos
en el tejado amargo plagado de lluvia

Yo sólo tú has llenado mi vida de desencanto
de verlos morir
tan ángeles tan frágiles
niños espumantes tomando cerveza en mis brazos

Todo es tan oloroso como las venas
llenas de “dama de noche”.


A Reynaldo Pérez Só

No vi lo terrible de la muerte
porque acompañándome su cierta pisada
me fue concedida la desmesura que aturde
al animal soleado
y alegrías más lejanas que las palabras que las nombran
la gracia de untar en mi pecho esta luz
leve canción que mi alma despierta
sobre un campo de agosto.

Cementerio de Nirgua: 
nidal de cruces hechas por manos ausentes

Aquí están amigos aguardándome
en tragos y salivas
en flores de plástico
y doncellas doradas o tristes
de toda tristeza
que viene a los terrones
donde los muertos ven pasar hormigas
bachacos de olor a señoritas
jamás salidas de sus casas
con amores de agua de Florida

Es que el aire no cesa de parir moribundos
cerca del río
en este barranco
que los recibe a todos
olorosos a silencio
olorosos a herraduras.


Para Alfonso Burgos T.

Poesía:
ese sórdido y cándido infierno
de mentir musitando a solas
en dolor contra el sol
frente a la pared blanca
a la augusta puerta del llorar
frente a las cruces doradas de flores;
de beber por el sueño el topacio y el vidrio
por las tapias
tejados y rosas
que tu mano desprende;
por el silencio y los muñecos
que bajaron de un soplo a los sepulcros
por el frío que recorre las plazas
por todo lo que fue por todo lo que falta
y te toca y te aniebla
por tu herida en llamas
fijo en tus pestañas
a tus ojos clavados al suelo
que te recibirá un día
sin quejarse por nada.

La bruja de pelo negro
crece para mí dolientemente
Súbita viene a mí en una llama de sonrisas
y besos de lástimas
llamándome a su bosque,
a sus moradas y nieblas de otro mundo

Yo palpo su otredad
y el fino aroma de sus ojos vivos

Entiendo que la tiza que traza sus pestañas
amamanta una mirada,
endurece la hoja
de un cuchillo terrenal y materno

Has de saber alma
que la bruja me toma y conduce
a ventanas que sangran, a corredores tristes,
siempre ofrendándome un beso
que ha de terminar en la caída
y en un rodar sueños abajo, noche abajo
muerte abajo.

Has de saber alma
que en las bebidas sus venas extraño
y se turba mi pulso y la vista y se aniebla
al recordarla.

Has de saberlo.

Flor no te pido opinión
sobre el olor de la cebolla

Eres hermosa y simplemente
estás en mis manos para siempre

Pareces eviterna
(o lo eres de veras?)

Sin embargo flor loca de campo
de piedras de aires
de pájaros rumores azahares
amiga
te llevo en espinas de rosas
sacudidas desde el cielo

Un trago a tu honor
flor alegre
la más punzada que recibe mi carne
ahora
cuando beso la última tierra.

TEXTO I

Anhelo el espacio moribundo
donde el sol se tiende a soñar
por último
con patios ladrillos
y lagartos
llameando en besos
ofrendados a la hoja
que ha de cortar de un tajo
y tantas coronas, amarillas
como inventó su nacencia
obligándose a darnos el puro fuego
por amor a los dioses
por estar suspendido y mandado a obedecer
el rumor de las ranas
el ojo anhelante de tierra.

TEXTO II

Me reservo el derecho
a habitarme
y a llenarme de mis cosas
(de mis visiones)
a enlutar mis pupilas
a cada campanada
Soy libre. Lo entiendes?

TEXTO III

Un pájaro era esa sed de vivir
que desmenuzaba sus ojos bajo el cielo

Caen esos dolores con acentos breves
y aquéllos se convierten en la soledad
de un trino
de una hoja hecha niebla
aplomada por dios en un flechazo

Pero los estanques los cálices el humus
vienen ardiendo por las copas
y la taberna resulta pequeña para celebrar
un cielo despejado

Madres de los pájaros
quién va detrás de vosotras
gimiendo en un atardecer que huele a seda
a “dama de noche”?

TEXTO IV

Llegó hasta mi puerta un gorrión
y hablándome el dialecto de los nomeolvides
dijo a mis ojos: quiero que saquen lágrimas
de mis apuestas
cada vez que pierda mis pasos
en el viento más salado del mar;
deseo que ustedes besen las espumas
por más que ellas mueran un instante
pues volverán naciendo
en las ondulaciones del agua
que no acaba de beberse

Bajó hasta mi ventana un temblor de espinas
y hablándome en la lengua de sus tristes crótalos
dijo a mi frente:
anhelo un polvo un galope un terreno
donde mi nacimiento sea encontrado
sin mayores pesares

Tocó las bisagras de mi casa el viento;
miró a mis ojos solicitando la llaga perfumada

Tocó repitió insistente
pero ya no estaban ni mis pupilas
ni mi ser.

			
Para mi padre Teófilo II

Padre mío padre de la esperma que hizo posible
la turbulencia junto a mi madre bienamada
de pronto creo que nos desconocemos y conocemos
y soy la espuma que flota en tus aguas
y alguna vez nos miramos y acunamos
sorprendiendo como la madre va resplandeciente
el sol en sus espaldas

Padre atiéndeme que soy tronco y raíz de tu paño
del trébol amable de tus ojos -iris contra iris-
y en el nombre tuyo hijo que soy
no espíritu santo
a ti imploro un campo silencioso
junto a los vellos de tu pecho
al lado del ombligo de mi vista

Padre perla caído sobre un bastón que no manda
y es un sencillo sostén de madera para tus manos
rugosas y manchadas

Por favor hazme este bien de sostenerme en tus sencillos
huesos
y que yo no sea viejo de los tímidos nervios
cuyos dolores pudieran girar en un tiovivo
el hijo que está ausente de tu llanto
y el coraje que dio alimento a tanto sueño
como nos dimos tú y yo
en nuestras silenciosas osamentas.


A Ludovico Silva

Bares arrasados de antiguo
por un canto meloso de lástimas de sangre
donde mana una vida estrepitosa
perdida en ufanos estertores
y suelos manchados

Bares inflamados por una fiebre bravía y dulce
que escapa de los almanaques aceitosos
de paredes que al anochecer
muerden los ojos trasvasados de los borrachos

Yo invito a vuestros fantasmas orinados
a las postales desleídas en los mostradores
invito a los despojos de una tribu
bulliciosa y maldita
al mismo trago de la misericordia.

DAROS

Mejor fuera tener la breve vida
donde una dulce muerte me aguardara
con ventiscas y anhelados rebaños
retuviera

Amable estar de vos en las campanas,
señora de ojos tan dorados
como fuera a la abeja daros fuerza
y libar de la vida el apresarme

Ya no siento en las venas poca sangre
y ni pesa daros de la mía,
ángel mustio de amor
qué fuerza extraña
me hizo brotar en tanta pesadumbre

Niños de los presagios y ojos puros,
azules con revuelos de castaños,
cómo anhela mi vista esa mirada
donde un infante amable despedía

Ya no amo amor tanta cobarde sombra
si a mis pies, que terminan su llanto,
el sueño allega una hoja, un candado bruñido
que a mis pesares sólo dan quebranto.


De Demencia Precoz



I

Libidinal

Madre qué decía esta palabra
a tres pasos de la sala demente del llanto
(un ojo fijo en los corredores)
qué decían los centauros
recostados en el azul de cera de tu almohada?

Volvía un espejo
retornaba en pedazos
de batas blancas de enfermeras saltonas

Madre esta tarde mi médico ha dicho
ha nombrado tu nombre por tres veces
y su palabra sonaba con seca concupiscencia
a tetas de tambores
pero nada nombró Rorschach ni dijo
de este esplendor de hígado
de fresca tumba al álbum de esquizoides

Nada quiero para mi certidumbre ni para nada
ni la caída de la máquina de curar los ojos
que me pesan como nueces de plomo

Ensayo un paso de salida a la sala de este día
la que me dieran de buen calor para el reposo
pero qué hago del corazón que me muerde
qué te hago a ti qué me haces

Asco de carne tengo
para llevar esta saya ensalivada

Ya regresan
cállate que llega mi muerto!
y debo preguntar por mis amigos
debo bailar para decir que me contento

II

Hostia santa hostia santa
el comulgatorìo recién lavado
la camisa nueva para las visitas

Mi hermana se ha quedado
mirando por mi único ojo
creo que ríe no la perdono
pero me gusta su cabello
la piedra verde de su sortija

Cuando ella viene le digo que me salve
que me lleve lejos

Escucha hermanita
cómo se rompe en mi pecho la seda!
alguien se quiere llevar mi inocencia
reza para que no suceda di Padre nuestro
tócame para que este mal se vaya

Estoy contigo
pero no quieres sentir
que me rompen adentro
no pones el oído como te digo
(y si mi madre viviera te diría que sufro
porque conocía mis demonios
ella me dio agua bendita
me puso en el pecho la palma)

Mírame dime que no te irás
que nadie se va a ir
ni se llevarán mi pureza
y moriré en mi casa sin pecado

III

Ágata con los números. Estoy perdido
qué lavas hermana?
se me vienen los ojos caminando por la espalda
mañana vendrá Navidad con el cartero
quiero esconderme de este llanto

Mi casa no parece un clavel
nadie tiene la culpa ni yo ni el asco
no eres el amor que no me diste
ni te amo por hadas que lleves
por tu abrigo nuevo

Odio como hambre soy
devoro este corazón por todas las noches
que no me parecí a mi padre en su oficina
que no tuve parecido con sus trapos
ni sus manos protectoras
porque era un niño de tres risas
y nadie reparó la primera vez que me heriste

No me cura mi madre de sus hospitales
nadie quiere salvarme de esta luz
que me da golpes en la frente
Soy alto para tus tristezas
soy bajo para que me canten esa canción
que me gusta

Por esa carpintería sería feliz
un solo dibujo de Ágata me haría feliz

IV

Se fue la pestaña (madre)
(hermana) hijo cierra esa lluvia
que la mano me pesa como pasto nuevo

Deja que la lámpara haga de noche
su voluntad en la sala
quiero dejar las cosas tranquilas
dulcemente olvidadas
cuidar la menta de la araña

Olvida y vuelve cuando no te consuele
regresa olvida que soñé contigo
porque mi amor acaba de morir

Deja que la lámpara haga de noche
su voluntad en la sala
comprende que no tengo propiedad
sobre el odio de Dios a mi camisa
y esa pestaña de cartón cerrado

Pasea por el noble campo
tú que fuiste
el primer animal de mi recuerdo
bebe yo te bendigo

Se está quebrando el sol
otra vez el día oscuro

V

Allá en la lluvia camina la risa de mi amor

Pongan en mi cuerpo el Agnus Dei
que dormiré en su pecho fresco
como el aceite del campo
en la gran luz de mi cabeza

Ella fácil incesto
la falsa portada del olivo
brillando para mí como Edipo delirio
Edipo abierto a la máscara de escopolamina

Anillo de hongos en el agua
mi suerte no es preciso nombrar
si mi poder cae en su caja de manzanas

Comprendan que no tengo posesión
para llevarme el corazón de su palacio
hablo de sus mareas y estoy ciego

Jerusalén tus muros con la luna
otra vez vuelves a mis ojos su velo
su seda esmeralda

Pero llegará el éter a la gran servidumbre
y quebraré sus huesos en la piedra

VI

Hablo al ojo vencido de gamuza
responde un jaguar incomparable
la fuerza ensamblada en las patas
las trenzas caídas en los ojos

Eres nieve de esperma ave de baile
comprenderás el mal de estar oscuro
un día una tarde
de bajar cada vez al estanque
del agua de la rótula?

(Llamo Estela a la almendra
cáscara de paloma su mirada
nadando en mi cabeza
como un pezón de golondrina)

Hierro de cielo para mí más cierto
que la almendra amarga bajo lengua
confórtame en tu playa
acerca a mi espalda la alondra de raposa

Y diré alegre como sea tu deseo:
mi máquina de anís ella ha salido
camina en el cerebro
como una calavera bamboleando de noche
en un carro de avena

Guarda arcoiris
no se pierda en el mar de alta noche
la loba celofán de vientre

VII

Llévate esa pradera de mis ojos
el alcanfor caliente los bosquecillos
porque hay un cello mío que canta
y una viola
semejante al ungüento del pecho

No es mía esa torre con almenas frías
los lagos y todo lo manso que fui con mi hermano
no regresan?

Recuerdas las abejas
los pomos en la caja de soldados
el olor de la leche caliente
la sangre pequeña en la nariz?

Si comienzo a morir esta tarde
caliéntame con fiebre
de tu buena compañía

No somos ángeles
aunque recemos en el comedor
con el hocico del animal rapado
la migaja en el cielo de la boca

No queremos ser cosas de Dios
por batas que llevemos
a los cuerpos de zorro
despertar sin la gracia orinando

Si fuéramos hermosos como los cuentagotas
en su copa de vidrio de lavanda

Me canto solo
como se canta la campana desierta
pero se consume la esperanza de salir
el estar de ella en el picaporte
igual que la mujer que no tocaré nunca

La canción del regreso se hace tarde
mejor quedar en la niebla maleza
conformarme a mi piel conocida
oír el corredor llegar a las sábanas cada mañana
y dormir el colirio en la ventana

Vuelvo la cabeza las orejas
al ángel que lleva la máquina de caminar agua
pero mi sombra llama a la puerta
de aire pulmonado

Estrella de naranja quiero estar contigo
reír en tus brazos salvo y distante
lejos de ser la fatiga de carne

Todos sufrimos esta noche en el patio
reunimos los ojos en un solo lienzo
y comprendemos
que no falta una gota en ese paño

En el pecho de Dios nadie está
no hay estrellas visibles
para estos corazones de pavor

Toma esta mano ángel
con dedos encerados
si alcanzas a romper la cáscara de cera
verás una hormiga beber
el cielo de la sangre

Hay pasto amargo a la izquierda de esa estrella
la rodea una herida tres veces ovalada
que baja de radio al campo de los grajos

Quién honra su sueño como la caída de los ojos
qué madre esclava bebe en su copa de plasma?

No hay amor de sus brazos
aunque sople de noche sus costados
tocando sus espigas ardientes
la leche del cielo

Brahms
es terrible la llama en la caída
los golpes y aletazos a la puerta del aire

Sentir las aguas del Ángelus tan cerca
y no alcanzarlas
la mirada perdida en los infiernos
cuando la niebla atraviesa la carne
sin llamar

Brahms
son terribles sus coágulos sus cachorros de espuma
flotando al río de la epilepsia

Me aproximé al trono funerario.
Sus patas de bálsamo se desplomaban
en el lago derecho

En su loor canté en silencio oprimiendo las flores oscuras
casi hundidas a un lado de la barca

Mas al sentir que su pecho se negaba a los ángeles
mis manos temblaron en el centro de lo irremediable

No hace hora esta noche
sólo el aire en los tubos de hueso
la helada la muerta la perdida

Lloremos su recuerdo fatuo

Hoy es Diluvio. Ya están con nosotros los pájaros gritando
clavando sus picos en el Arca

Si volviera con el ala caída en la mejilla
y sus patas sangrantes brillando en el sol
a la entrada del templo
rendido y rojo en el aire su plumaje
hasta caer finalmente a la última tierra
yo llevaría su dolor suplicante
a los ojos lluviosos de Palas Atenea

Encontré sus ovarios en el lago
aún no despertaban los soles
en la melena de los cedros
pero la majestad fragante me vencía

Aspiré y por tres días retuve en los pulmones
aquella tempestad de lavanda

No sé cuánto he dormido desde entonces
pero la hija del espliego
ha caminado y bebido mi sangre

VENECIA

a Lourdes Gotto

Venecia está sobre las aguas. Sus casas
navegan en canales
y ondulan medias de señoras fajas y golondrinas
en las apariciones de la espuma (ya las cartas
no van lacradas
nadie se teme lo bastante)
De la barcaza grito una pregunta
que nadie responderá de los palacios

Dejad que solo en este embarcadero me condene
Venecia está en el agua como una mentira


A Luis Alberto Crespo

No tomaría por nada ese dado
de flancos sangrantes
a pesar de la fuerza escarlata
que me arrastra hacia el paño
donde exhalan sus ojos
y del frío de otra vida
prometida en las manos
de los jugadores


A Mario Abreu

Sufre la madre y gira como el gallo
tiéndese en el paño de nácar
a soñar con la sed
guarda la razón de su vientre
las batallas de abejas
pero siempre nos mira desde su potestad
con lástima
y lame el dolor de cabeza
moviendo la cola siempreviva

MUELLE CUATRO

Cerca del muelle cuatro no hay esperanzas
algún café perdido en las maderas
y una colilla húmeda

Los sacos de sal apilados con desgano
aguardan un estibador que no ha nacido

Son las cuatro en la tarde de bruma
y cuando intentamos el regreso
los pasos se extravían

A1 cerrarse una puerta en las bodegas
su chirrido se confunde
en el grito de un pájaro


De Las drogas silvestres



Hay un espacio donde la flor toca a veneno
Lugar en que alguien sin reparar en el perfume
Dejó crecer una cantata
De tanto dolor
Aspas frías de huracán al mismo tiempo
Que aposento de un grito que crece y ampolla

Oh Pastor de Dios
Quita de la hendidura el borbotear de sangre
Haz que cierre los ojos con claridad
Que devana su muerte

Aquí el aire abre las puertas
Donde llama marzo
Desde el fondo de la casa un pájaro grita
Igual que infinitos desaparecidos
A una hora y ninguna

Otra vez miras cuentas días de soñar
Frotando los recuerdos en la puerta

Se abre la pieza estás en tu nido de sol
Prisionero

Veo venir en aceros pinares y charcas
De salitre eterno
La montuosa cadena que aduerme estos ojos
Viene al lindero donde las bestias
De un solo camposanto
Se echan a lamer el desierto badajo
Que no quiero nombrar

La rueda que se hizo cargo de mi vida

Los recuerdos van hasta el caserón
La calle húmeda sin luces
Y los sapos quejándose en las charcas
Distantes del portal
A una hora que está sólo en mi memoria
Me desvanezco
Y se llena otra vez mi nariz del perfume
Que cubría tus oídos

A tu caída te fragmentas
Igual que un fantasma
Alguien
Posiblemente otro fantasma
Reúne tus pedazos
Pero duele tanto tu imagen en sus manos
Que te deja caer nuevamente

CUADRA

Todo lo que chirría fue una vez la casa del caballo
Y en el lugar donde murió breve
Los estribos colgados tras la puerta
Apenas recuerdan su venida a este mundo

Desconocido
Semejante al barro trotado en las patas
O a los rasguños de sus moscas
El alma fue ampollando
Entre dejar la despeinada cabeza resignadamente
Los ojos ambulantes
Sobre las puntas del camino
Y enloquecerlos en el aire
Visitado por fantasmas de caballos

Tu frente lleva pensamientos
Y drogas silvestres
Es una cesta y una cúpula

En el patio de julio recuerdo la quietud
De arenas movedízas
No es ésta mi casa
Estoy de paso
Mirando una ardilla

Aquel pote vacío recuerda el vano amor

Memoria de Oriente
Puedo ver tus pasos en la oscuridad
Sé que respiras en los naranjos
La melodía de un pecho lavado
Una gota inválida cubre tus patios libres
Te anuncias desde el sol de la quietud
Desde una palmera que lleva en los ojos
Como al descuido
Arenas

Vuelas bendito en los mangos
Y no te persiguen los remordimientos
Lejos de las costas brumosas
En la inmensidad de la copa
Eres parte del aire abejado

A ti juego esta frente quemada por los daños
Reclamo para ella la quietud de tu renuncia
El estar simple y el pecho con luces
De pie sobre el maternal vacío


De 55 poemas



AGUA PARDA

A mi padre

Escucho el agua romper en la memoria
agua que se abrió paso a través de los ojos
cuando mi corazón
que trabajaba acerca de los lirios
en ellos martillaba
al fondo de los patios musgosos
donde los orihuelos y azulejos
brillaban con su nata canora

En ese entonces
por quién sabe qué murmullo
o pálpito de mis ojos en los jazmineros
escuché el agua parda con su trueno
con su bramido de un cielo a otro
venir a romper más el corazón
por no se sabe qué secreto entendimiento.

MARES

Nuevamente los mares deslíen sus cabellos
de oscuros olores
donde viene a batir la fragancia trágica

Nadie tal vez conoce esta inclemencia
que arde en los pliegues de la salada soledad
al reventar los dardos del sol
las furias y lozas del agua

El viento, un clamoroso viento
eleva las playas carcomidas
y saca sus maderos y animales trizados
a la puerta de arena

Un grito de la ceguera líquida
ha inflamado este día
y de su corazón, de su almendra amarilla
ha saltado el licor de los ensueños
Mares nuevamente
de imposible fulgor y silencio
implorantes a un lado de la costa.

Ábreme al río brillante
a su primera estación de fuegos
Doscientas madres gritan sobre las ondas rojas
Hay cascos y el vocerío de la turba de enanos.
Ábreme al río enfermo sus campanas tocan a rebato
Debo acompañar a todos los dementes
en su franja de sándalo
y entonces de las manos de mi madre
recibiré agua fresca
y San Juan la derramará sobre mi calva
que sueña siempre en el Paraíso
de los bienaventurados

Bendíce estos ojos que han visto a Dios
caminar mi cerebro

Tienes una hora para el desgarramiento
donde no puedes recordar otra cosa
que una flor
ahogada o mutilada por sus sombras
siempre en ese patio lleno de ranas
y quejidos
adorado por los cielos
amado desde todas las cabezas
que comienzan a arder

Tu sol tu rostro ya sobrevuelan los secanos
No se une más la sangre en el torrente de resinas
Pero tu clamor enciende en los días que el humo dispersa
La quimera de alguna cigarra.

OH RADAS MURMURANDO...

A Alejandro Oliveros

No se puede hacer nada; es demasiado para una sola vida.
Oh radas murmurando apretadas a los muelles
en el calor de días que van reconociéndose
a través del rumor de las especias.

Era preciso guardar las aguas cerca de las casas
medirlas con los ojos hasta fríos corredores
de luz menguada
para que aquéllos viajasen a otras plazas a otros bazares
hasta confundirse en ojos sacados
de lejanas arenas.

Nada se puede hacer en estos puertos
como no sea perderse en sus tabernas
claveteadas de amargo
expuestas a los gritos de los que atravesaron
todos los alcoholes
del oleaje que desaparece en su propio pensamiento.

Un poema aletea en tus ojos
un poema se recrea en los labios
intenso
lleno de claridad como una fiesta
y bajo la seca luz de julio
viene a tenderse
viene a vivir.


A Roger Capella

Un sonido de luz blanca se apoya
en los párpados
mientras la mañana cae, desde las resinas
y fuegos de abejas
a las hinchadas sementeras.
Por un sendero de los mismos ojos
la oblea golondrina
dando aletazos de luz cruda
avanza a borbotones
sobre el campo del mar.

Hoy
este día...

Me despeño por la gracia
y la desgracia
No tuve cabras para apartarlas
de los dioses lobos
pero soy buen cabrero
que a su hora y en el tiempo
justo
un sentido, un dios
más allá de los montes
o piedras sagradas.
Tomó veneno, su ramaje,
en torno de su vida,
y amando y desarmando
queda.

EN QUE YO ME LANCE POR TU SANGRE

No están lejos los días
en que yo me lance por tu sangre
abajo,
cruzando los troncos
los rápidos del aire azul
y te bese muriendo,
murmurando el nombre de ti,
de tuya, de ésta, ésa, aquélla...


De La última tierra



El dolor no se mitiga
en el pañuelo
en el lino, en el sollozo...

Existe como una mansedumbre
irreparable
Tiene recodos, venas
chapotea en la estiba
y las camisas sucias:
corre, muerde recuerdos
por las marismas presurosas
de arenas

Cabalga como una copa tuya
de cangrejos
que jamás conocieron el caballo

Esta noche el dolor
me ha besado en el sueño
dejándome el ungüento de la boca

A Ml PADRE TEÓFILO II

Elegía en su memoria

Qué dolorosa y dura fue tu muerte
qué dura y dolorosa
fue tu muerte mía

Ave, traza tu rato, tu no ser
cuando crezca en carne tuya
el jazmín de las furias
y el alcohol
que derramó callado en tu pureza

No intentes más estar en mis manos
como un sonido de hueca sangre
porque resuena tu pisada y tu bastón
en mis patios,
donde tus pies sagrados se consagraron
a vivir sin amo;
besando el limpio suelo de las mariposas
Adiós, padre de mi adoración,
adiós, gentil hombre del suelo
del camino y las rosas

Adiós, señor de tanta majestad
caído por tu propia mano
a la última tierra.

Bajaré a tu reposo,
luz amada,
luz pura.

He de rodar un día o una noche fresca
por las baldosas
que tu quieta lumbre
deslíe en rombos y cuajados nidos
de rosedales.

Beso tu voz,
luz,
luz de nuevo hechizada y eviterna
en un espejo frente a la turbia
vista
que el llanto frota y llora.

Quemada por el viento del silencio
una puerta golpea en mi memoria
Recuerdo que hay maderas rotas, tablones apilados, una pared rugosa,
alambres claveteados por el sueño
y mi padre atravesando patios, conversando en un delirio
con mi madre enferma.
Recuerdo la aguas de un invierno que se llevó
la ropa tendida en el patio
y también las mirada de quien escribe a solas
con su sol oprimido en el pecho
Advierto que estoy hablando de una ferretería
donde mi vida transcurrió en silencio
atrapado a una red de metal
y a mostradores tristes
posados por las manos de inmigrantes chillones
alargados en su terco destino de morir
claveteando una mesa de fantasmas.

Un aire sin destino rodea mi casa,
hurga en la ropa sucia, ciega mi lecho
y su cordura,
alfombra el pensamiento del reloj de pared
El llueve incansable ensamblado a las tejas
y terrones que me ven renacer a cada rato
silbando un tango como una gota gris
en la pupila
Su voluntad desgarra toda inocencia viva
que me hubiera quedado de tu pensamiento
y no puedo oponerme a la fiereza de sus aguas,
tan cerca de las venas
de un cervatillo abatido lejos de su casa
por la rojiza ceguera del sol
más sediento
Estoy lejos de la campiña
que pudiera salvarme.


Para Adhely Rivero

Madera perdurable la que arde en el aire de los ojos
Toco el poder de un día en la memoria
y se mueve una silla en el silencio de un jardín
que da a un río de flores imantadas
Madera perdurable el dolor de saber que te ausentas
como el agua
por caminos oscuros, de hojas lacrimosas
y más dolores nuevos
Madera perdurable la casa que ocupaste
y abandonaste luego
igual que un oboe muerto sin cantar.


A Yolanda Pantin

Si traes buenas noticias,
si no sabes nada de la guerra,
entra en esta casa,
háblame como mi madre hablaba a mi frente desolada
Deja tus ojos dorados lentejuelos
en el fondo mío
Sosténme en tus brazos
y bésame
hasta que giremos bajo un día de sol y rocío
Si traes buenas noticias,
tu rayo de saliva amante me arrullará
en las sombras
de mi cuarto arañado
hasta que Dios encienda su pipa
de perfumada picadura


A mis hijas:
Raquel y Rebeca


Debo morir en las esclusas
de mi casa,
flotando en sus naranjos secos
la mirada mía, exacta
puesta en las orquídeas
que dan gusto a los ojos
Paladares, sentidos, jardinería
de niños,
niebla sobre los muros jazmineros,
os beso
como un quejido más que un grillo
que en la noche
estremeciera
al fuego de corales
abrasado por todo perfume
recordado por las sienes queridas.

Todo está en el corazón de tu desierto.
Lejanía

Todo acabó en un lagarto muerto
entre los adobes del traspatio
y cuando el cuerpo tomó las muletas para dar un paso
hacia el solar poblado de arenas, leños quemados,
boquiabiertos,
ya existía tu vendaje, ya curaban tus ojos manchados por el sol,
Lejanía.

Pobre sitio que sangras en un huerto de rosas pálidas
absorto en la humareda de la casa ajena.

Y nostalgia y deseos de un collar profundo
de una pupila donde la sorpresa es el recuerdo
de un camino empedrado hacia un telar de sombras
Todo es cierto: han ganado la partida las ánimas
las piedras y el amor de propia Lejanía.


A Livia

Cuando la última tierra sea un terrón sin amo,
la cola de un caballo tirado en el barro
por su dueño loco
y los candados vuelen de sus nidos,
mi alma habrá salido de las rosas
girando en vueltas y quimeras,
como un volatinero que escapara
del vértigo por un alambre roto
de una casa amarilla
donde tragó el polvo de la primera pesadumbre
y el primer amor.


A mi hijo Sergio Leonardo

Ambiguo dolor que así
atiendes mi sueño bajo el mantel.
Salero de oro, llama clamando desde la escarlata
por alfileres vienes y denso es tu olor de madreperla
Lágrimas doy y arrojo a estos esclavos que besan
con sándalo mi vista
cegándome de ungüentos y pavos reales
Tiendo mi mano al capullo que no ha sido
y jamás besará la frente de tanta delicia
Ojos doy y reclamo mi vista bajo la ventana
pero la llama escurre su sudario y me escupe,
indolente, viscoso
lamiendo la arena donde existo.

Lágrimas di una vida por perderla,
lágrimas hacen que estremezca la lengua sin salvarla

Me quedo con la muerte gustando
los sapos en el patio; muerte que es la tuya
la mía en todos, caídas desde el cielo
lleno de su firme azul y nubes
de los cantores del aire y su tibio plumaje

Quedo aquí esperando el momento en que tu tren,
muerte, atraviese mi pecho y salga al espacio
donde la luz expira su consuelo

Quedo en la hoja desprendida y arrojada al lodo
del río que nos comprende en su lento pasar frente a la ventana
desde donde entendí tu fermosa ternura.

De aquellos palacios nada recuerdo
Sólo que mentí por la luz de un yeso
entablillado,
de un resentimiento aflorado en lirios
que más tarde mi memoria retuvo

Nada se sabe Dios de aquellos días,
caminados por fiebres y doncellas
sitieras

Pero mi vida aguarda, siempre
aun cuando la luz de pronto...
agonice.

Esto queda del día: mi padre en la mesa
acodado en un tejido que respira
el corcho de su pecho,
su manchado papel recién lamido
por su pluma aguileña;
su mirada a entenderse con los gatos
más sonrosados del tejado
y una gota atropellada
en los ojos girando su antigua quemadura

Esto queda de la noche
la sangre pertenencia
a la red de venas del cuerpo de mi padre
cubierta por cobijas gruesas para dar calor
a sus huesos ateridos

Y el lamento de un paso que tropieza, vive,
se levanta como un sueño,
como tender las manos a la sombra
y no poder tocar su polvoriento adagio

Todo es un clavecín que resuena escaleras arriba
tomando los naranjos, los azahares,
el martirio de uno más dolido que nadie
más suspiro y aliento: frazada que gira a un patio
lleno de guijarros.


 

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