Ángeles Mora

Poemas

 

Macadam13: Mujer en el Mercado de las Pulgas

 



¿Yo?


				A María Zambrano


Ella les dijo que un poema sirve
para pensar. 
Y sobre su cabeza 
fueron cayendo
arrogantes sonrisas desdeñosas.

Lo mismo que un zapato,
aplasta una mirada.

No me importa, se dijo entonces
con voz de nadie:
¿quién soy yo?
Mis poemas abren
pequeñas luces
que a mí sola me alumbran
y me bastan.

Y poco a poco
creció para el olvido
un secreto jardín de pensamientos.


CON EL SOL A LA ESPALDA Ella se acerca un largo paseo a sus espaldas y la batalla de lo que aún está por venir Joanne Kyger La mañana perdida entre minucias, y luego, distraída, sale tarde a la compra. La luz se le adelanta soñadora y la tibieza de este invierno va envolviendo sus pasos. No lleva prisa, parece que jugara a dejarse llevar por el destino para cruzar al fin al otro lado, donde el cielo se ensancha. Detrás el sol calienta como unos brazos lentos y sonríen sus ojos al aire azul de la alegría. Aunque no va de fiesta ni a sumergirse en la corriente fabulosa del azar: tan sólo va al mercado. Y tarde. Y sin embargo se demora, deja que le muerda ese sol que acaricia su espalda. Camina como si no fuera ella, la que lleva su nombre, la que cuenta sus años. Porque tal vez sea otra, porque tal vez en el fondo, se engañe. ¿Cómo encender la vida sin hacerle un quiebro a la muerte? ¿Cómo ir al trabajo, al comercio del mundo, sin cruzar esa calle distinta que nos crece en las venas? ¿Cómo llamarse libertad mientras te arrastra el río de la historia? En la historia pequeña de este día ha llegado por fin a su destino, el santuario donde todo se vende, donde todo se alcanza: la insigne catedral de nuestro tiempo, sus altares, sus santos. Ahora toca cambiar el paso. Sin mirar el reloj, ya sabe que el tiempo volará arañando la lista de la compra, que se hará tarde, que volverá precipitadamente al nido, donde los suyos ya abren el pico con apetito. Al final, recogiendo, el aire azul se le irá entre los dedos, como el agua traspasa el colador.
PERSIGUIENDO EL OLIMPO Quisiste desnudar tu poesía y apareció una dama muy desmejorada. Amigo mío, devuélvele los velos enseguida, antes de que seas tú el desvelado.

(Inéditos)


 

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